By Carlo Dade
In Excelsior

Jan. 2, 2014

Si Canadá no está interesado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entonces esta es una oportunidad para México.

Cualquier conversación con un canadiense sobre el TLCAN se convierte de manera rápida, previsible y para muchos de forma preocupante, en una conversación acerca de Estados Unidos y la parte donde se habla español.

Así que, ¿cuál es el problema aquí en frio-landia?

Veinte años después de la firma del TLCAN los canadienses todavía no conocen México. Si bien las cifras sobre el comercio se han movido, poco más ha cambiado.

No es que a los canadienses no les guste México; de hecho, encuestas recientes muestran que los canadienses realmente no gustan de los estadunidenses un poco más. Sobre la cuestión de “en general, ¿Cómo describirías tu opinión de Estados Unidos/México como favorable o desfavorable” 6.0% de los canadienses tienen una opinión muy desfavorable de los EU. frente a 5.9% que se sentía de esa manera sobre México.

Esos canadienses cuyos trabajos, en contraposición a las vacaciones, los lleva a México tienen una apreciación de hasta qué punto el país ha cambiado y mejorado desde la firma del TLCAN, pero el resto de Canadá no lo hace.

Y eso tiende a que se descarte al TLCAN como un acuerdo tripartito en el que México juega un papel importante.

Canadá no tiene ni un centro para el estudio de México ni hay una verdadera cámara de comercio Canadá-México. Aparte de los representantes de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) no hay nadie que hable acerca de eso y, mucho menos que abogue por México en Canadá. El silencio ensordecedor que siguió en Canadá, con excepción de Quebec, a la imposición de “la visa” es indicativo del problema.

Que México está ausente de esos lugares en la escena mundial en los que Canadá se enfoca, es decir cualquier lugar que requiere fuerzas de paz de las Naciones Unidas, también es un síntoma de por qué los canadienses descuentan a México tan fuertemente como actor internacional o como una fuerza en América del Norte. Dos palabras hacen de este punto: Brasil-Haití. O se podría agregar Chile-Haití, Perú-Haití o aún Guatemala-Haití.

Para añadir a la baja posición de México está un enfoque que desde hace mucho tiempo pasó a la obsesión por Asia, y China en particular, en Canadá.

En esta loca carrera hacia Asia, América del Norte, pero no Estados Unidos, se han tomado en gran parte como asegurada en el mejor caso, u olvidada en el peor. Esto ha sido más cierto en el actual gobierno en Ottawa que en cualquier otro momento en el pasado de Canadá. El anterior énfasis del gobierno en el continente americano como una prioridad no ha llegado a su fin y, aunque mientras hubo una serio acercamiento a Brasil, México fue anulado. Y con el foco ahora firmemente plantado en Asia simplemente no hay capacidad, y mucho menos interés, en Ottawa para pensar creativamente acerca de México o América del Norte.

No hay tampoco una sensación de una necesidad de pensar en América del Norte las cosas están funcionando bastante bien, ¿por qué molestarse?

Pero esto está por cambiar. El TLCAN es el bisabuelo de los acuerdos comerciales y está siendo superado por los nuevos acuerdos con Europa, por el TPP, e incluso por la Alianza del Pacífico. Este es más un problema para Canadá que para EU y seguramente que lo es para México.

Pero Canadá sigue siendo ajeno a esta amenaza, mientras que México, con su adhesión a la Alianza del Pacífico, es más consciente del reto. (Esto quiere decir que México, por lo menos, ha demostrado su conciencia por tomar medidas para responder, e.g., la Alianza del Pacifico.cd)

Sin embargo, ante una ascendente Asia y más fuertes alianzas comerciales en esa región, la debilidad de América del Norte es realmente un problema para los tres países. Hay una fuerte conciencia de este problema en Washington y, con un poco de explicación y elaboración de diagramas, una conciencia vaga en Ottawa. Sin embargo, tanto Ottawa como Washington son incapaces de hacer nada, debido a la disfunción política y la miopía.

El único país en América del Norte que aparece política e institucionalmente capaz de tomar la iniciativa para responder a este desafío es México. Y, en lugar de resentimiento por este giro de acontecimientos, la respuesta en Ottawa y por supuesto en Washington, va de “gracias a Dios” a “ya era hora”.

Si México ha crecido de verdad, si está verdaderamente harto de que Brasil acapare la atención en Washington y Ottawa, si ese país que ahora es mayormente clase media y que pronto tendrá una economía más grande que la de Canadá, está finalmente listo para enfrentar el reto, entonces tiene que empezar con grandes ideas para América del Norte y no con pequeñas iniciativas en América Central.

México, no Estados Unidos y ciertamente no Canadá, tiene el presidente-como-estrella-del-rock y las relativas unidad política y paz en casa para hacer esto. México también tiene ahora los recursos en el gobierno, el sector privado y la academia para armar propuestas serias, nuevas e innovadoras, para rescatar a América del Norte y para defender estas ideas en toda la región.

Y si México no hace esto, entonces simplemente no va a suceder. Pero si México opta por replantear el liderazgo en América del Norte, Washington escuchará y Ottawa no tendría más remedio que seguirlo.

Es hora de que México decida: ir en grande o quedarse en casa. “Al hombre osado la fortuna le da la mano”.